domingo, 16 de octubre de 2011

Valor patrimonial de los pueblos de Colchagua

En el año del Bicentenario la idea era celebrar y conmemorar no sólo los 200 años de historia independiente sino que también rescatar los valores y tradiciones que como pueblo nos unen e identifican. Sin memoria, no hay identidad. Y ésta se construye mirando a nuestros héroes, nuestras batallas, nuestros logros y nuestros fracasos. También rescatando las tradiciones, los mitos y leyendas, los cuentos y relatos así como los juegos, productos, comidas, bailes y cantos que han dado cuerpo al alma de Chile. Y en ello, la zona central es en tradiciones y patrimonio la más fructífera, la que representa un solo Chile, personificado en el huaso ladino que con su sombrero o su chupalla dibujó nuestra historia. Esta riqueza, afectada profundamente con el terremoto del pasado 27 de febrero de 2010, se aprecia en el camino rural de sus pueblos, en sus iglesias del siglo pasado, en sus fachadas pintadas, en los largos corredores de sus casas, en sus patios interiores, en sus alamedas de álamos frondosos. San Javier, Codegua, Pichidegua y Yerbas Buenas; Nancagua, Las Cabras, Pichilemu, Doñihue y San Vicente; Chépica, Santa Cruz, Peralillo, Pumanque o Lolol, Vichuquén o Cobquecura, son sólo algunas de las localidades cuya riqueza patrimonial se vio afectada pero que poco a poco han ido recuperando sus construcciones más características gracias al aporte y trabajo de organizaciones públicas y privadas. Son pueblos que nos hablan de la arquitectura tradicional y de las prácticas costumbristas como la trilla a yegua suelta y el rodeo. Son pueblos que nos llaman al recuerdo y contemplación, al respeto y admiración por lo que fueron y por lo que son: testigos de una tierra chilena, con garra y corazón. Es tiempo de celebrar aunque aún no nos levantemos. Es tiempo de admirar el valor patrimonial de la zona de Colchagua y rescatar de nuestras raíces la identidad del Chile que se sobrepone a la adversidad.

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